ESCUELA NORMAL SUPERIOR FARALLONES DE CALI CONTRIBUCIÓN AL DESARROLLO EDUCATIVO Y SOCIAL DE LA REGIÓN
Los elementos básicos que singularizan la Escuela Normal Superior Farallones de Cali (sus espacios, proyectos, actores y formas de acción y de organización), con una trayectoria que inicia hacia 1936, han
sufrido en el tiempo una serie de transformaciones ligadas necesariamente a los cambios sociales, económicos, políticos, culturales y científico –tecnológicos que han presentado la región y el país. Puede decirse que la mayor influencia está dada por cambios relacionados con el papel social de la educación, que se observan no sólo en la política estatal sino también en las nuevas representaciones acerca de la función del Estado, la noción de lo público, el sentido de la escuela y el papel del maestro.
Reconociendo que es posible que se hayan dejado de lado hechos importantes tanto en el plano de lo social como de lo histórico, se esboza a continuación la trayectoria de la Normal. Esta se realiza sin caer en una simple cronología de los mismos, procurando destacar algunos acontecimientos con profunda significación para sus directivas actuales, para algunos maestros y egresados, evitando caer en la ingenuidad de considerarlos aislados del contexto histórico en que se enmarcaron1.
ORÍGENES Y TRAYECTORIA HISTÓRICA
La Escuela Normal se creó en 1936 como un “Colegio Público de Enseñanza Secundaria”, a través de la Ordenanza No. 20 de la Asamblea Departamental, que dio nacimiento igualmente a la Escuela Anexa, con el nombre de “República de Panamá”.
Un año más tarde, el colegio inició sus labores con 188 alumnas, en su mayoría consideradas como “niñas de clases acomodadas.” Sólo aproximadamente tres décadas después, por disposición gubernamental, abrió sus puertas a otros sectores sociales de la población. Estas niñas que “sí ingresaban para ser maestras y por lo tanto espejos de la sociedad”, recibían una formación que las habilitaba para un desempeño acorde con la concepción que se tenía en la época del ejercicio magisterial, la cual incluía, por ejemplo, recibir clases de piano y culinaria.
La institución se inició con los grados sexto, séptimo y octavo, presentando en el tiempo un aumento sostenido de estudiantes, el cual se acentuó notoriamente en la década de los 60. En los primeros años de los 80 la cifra empezó a estabilizarse y luego inició su descenso, fenómeno que a grandes rasgos reflejaba los cambios que vivían el país e inclusive América Latina, asociados, entre otras, con la masificación y la privatización de la educación. Cuando se definió la relación de la Normal con la Escuela Anexa, se registró una amplia compensación en materia de cobertura, originada al contabilizarse como alumnos suyos los del preescolar y la primaria.
En la planta de cargos con la cual inició labores la Normal, además de los maestros y del personal administrativo, se disponía de personas que trabajaban en el internado, a quienes les correspondía desempeñarse como, “camareras, lavaplatos, despenseras, ecónoma, etc.” Cabe notar que el gran peso de esa planta, mayor aun que el número de maestros con que contaba la institución, correspondía a este tipo de cargos. No hay que olvidar que la Normal de la época formaba tanto en las aulas como a través del internado, cuyo papel se orientaba a resolver no solo un problema de alojamiento, sino también de educación.
En el primer año de funcionamiento, de 188 alumnas matriculadas, 23 desertaron y 62 “perdieron el año” es decir que casi la mitad del alumnado de la Normal, no contribuyó a engrosar los indicadores de aquello que posteriormente se llamaría la “eficiencia interna del sistema educativo”. Con el tiempo, en la Normal, estos indicadores sufrieron un descenso progresivo de enorme significación, que si bien podría entenderse de manera exclusiva como mejoramiento cualitativo, también es un producto de las políticas estatales (efecto de las tutelas), políticas del sector (efectos de la promoción automática y de las formas de evaluación), sin contar con las condiciones sociales.
Casi por una década la Normal ocupó un edificio ubicado en un lugar central de la ciudad (carrera 1 con calle 15), ahora transformado.
En 1946 empezó a trabajar en las instalaciones actuales, consideradas en su momento “la segunda construcción moderna en Cali“, y como tal, “monumento arquitectónico de la ciudad”. Vale la pena señalar que las aulas eran uno más de los espacios tan diversos con que se contaba: zoológico, jardines y oficinas para personal especializado (odontólogo, médico), y un restaurante, entre otros.
El aporte gubernamental jugó durante varias décadas un papel de importancia en el mejoramiento de las condiciones locativas de la Normal, en cuanto a becas y recursos adicionales para el sostenimiento del internado de profesores provenientes de otras ciudades o departamentos, en su condición de “nacionales” y para la compra de buses. Igualmente importante fue el rol que desempeñaron las asociaciones de Padres de Familia. Estas, con características bien distintas a las actuales2, asumían algunos costos no sólo para funcionamiento sino también para inversión. Obras como la Capilla y la iniciación de la piscina, se realizaron con dineros provenientes de actividades que ellas mismas programaron: festivales, bazares, “marchas del ladrillo”, entre otras.